domingo, 20 de abril de 2008

Saló o los 120 días de Sodoma: ¡Argh!


Recuperado de los estragos estivales, y bien arropado por el frío de noviembre, tengo ya fuerza suficiente para hablar de una película que me advirtieron que no viera y que pese a todo vi- la prohibición no hace más que excitar la voluntad, y más cuando hay neblinas de morbo rodeando dicho mandato negativo-: Saló o los 120 días de Sodoma, de Pier Paolo Pasolini.


Qué película..., me produjo su visión tantas y encontradas sensaciones..., del asco a la estupefacción, de los deseos de asesinar a su director- se me adelantó la mano invisible que acabó con su vida en 1975, recién terminada la película y antes de que la estrenaran- o de considerarle un genio...Nunca en mi vida había visto tal galería de imágenes escatológicas, sádicas (no en vano se basa en una novela del marqué de Sade), brutales, sexualmente perversas...: una concatenación de una crítica al poder, a la ausencia de bondad y empatía en el ser humano.


Pero para los que se atrevan a verla, tengan en cuenta que no es tan ficticio lo que narra, ahí tenemos Abu Graib, Guantánamo, la reciente historia de Argentina, que nos demuestran que el ser humano es capaz de ser lo más inhumano del universo, privándose de empatía, bondad, y esos sentimientos que impiden causar dolor a un semejante.


La película da asco, me gustaría que en una sesión de hipnosis me borraran lo que acabo de ver, pero es lo que hay, es una fábula que explica por qué siempre ganan los malos.


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